domingo, mayo 18, 2008

Mercado y horcas

A las buenas esporádicas emisiones,

Hoy, de nuevo domingo… pensamiento que cruza por la mente: no nos estaremos convirtiendo en una rutina dominguera??? fin del pensamiento…. Inauguramos la unidad móvil de Radio Radiola. Como todo inicio, tiene todavía sus defectos, y es que ha nacido muda, no emite ningún sonido. Por suerte, sus funciones las realiza bien por escrito, como buena emisión de las ondas virtuales.

En fin, después de estos entrañables momentos íntimos, yo y mi unidad móvil, que bonito que gracioso, vamos al tema que nos ha reunido en este espacio indeterminado de lugar y tiempo: la ciudad mentirosa (disculpa Delgado por la apropiación de tus palabras, pero me parece perfecta esa denominación para la ciudad que nos acoge, recoge y castiga con sus cambios), Barcelona, un amor que mata, despacio, paso a paso, ladrillo a ladrillo, ruido a ruido…

En la anterior sesión de elucubraciones varias había un enlace que seguramente poca gente habrá visitado (aunque quizás tampoco han leído el marco que lo acompañaba, lo que justificaría esa dejadez pero complicaría la continuidad de estas palabras, ah, terrible dilema, escribir o no escribir). En él se hablaba sobre la “remodelación” del mercado de Sant Antoni. Rae dice: acción y efecto de remodelar. Vamos a remodelar: reformar algo, modificando alguno de sus elementos, o variando su estructura. Qué amables y gentiles nuestros gobernantes, se gastan los miles de millones que les ofrecemos en hacernos más alegre y agradable la existencia.

Porque claro, el nuevo mercado será una maravilla, que además, en palabras del Heredero de Clos, permitirá "la puesta al día de la oferta comercial del mercado". La explicación a esta frase viene más tarde: “en esta reordenación del espacio también tiene mucho que ver la construcción de tres plantas subterráneas, donde se ubicarán nuevas superficies comerciales, aparcamientos y el área de logística de almacenaje y carga y descarga”.

Ja, nuevas superficies comerciales, grandes supermercados supongo, pero como será necesario reducir el espacio interior para poder dar lugar a los encantes de ropa, muchas de las actuales paradas deberán desaparecer. Silencio administrativo sobre este tema.

Segundo tema importante, y que parece que nuestros tecnócratas no lo consideran tal, el mercado dominical de libros. Para los ejecutores del brazo armado del capitalismo se merece la siguiente frase, en el penúltimo párrafo: “actualmente se está estudiando la reubicación del mercado dominical”.

No quiero que mi imaginación vuele, porque si tenemos en cuenta los precedentes del ayuntamiento en materia de reubicación, me entran ganas de llorar (no olvidemos que cuando algo resulta problemático o molesto su destino es la reubicación, entiéndase prostitución, vagabundos, drogadictos, mercado de libros).

No sé, cada vez resulta más descarado el lucro buscado en cada una de las actuaciones municipales, aunque tampoco me extraña, después de leer una frase hoy de nuestro señor Zapatero, gran dios de las orugas nunca satisfechas: “felizmente vivimos en un Estado de derecho que garantiza cualquier situación que se pueda producir al margen de la legalidad”. Aquí en la redacción nadie tiene una carrera universitaria, pero que me corrijan si eso no quiere decir que adelante, a prevaricar, que el legislativo, o en su defecto el ejecutivo, lo taparán.

Pero volviendo a la defunción del mercado más entrañable que queda en esta maldita ciudad, todavía me queda una esperanza, quizás una extraña fe en aquello que no puede ser explicado. Cuentan muy pocas voces, que en el lugar donde está edificado el mercado, se erguía anteriormente un campo de ajusticiamiento. Situado frente a una de las puertas de salida de las segundas murallas de la ciudad, era el final del recorrido para aquellos condenados a morir ahorcados. Cuando se destruyeron los muros y se empezó la carrera por construir nuevas edificios que dotasen de significado al nuevo Eixample, nadie quería edificar en semejante solar (llamémosles supersticiosos, pero a mi tampoco me gustaría dormir sobre un cementerio), y las autoridades optaron finalmente por un uso público. Yo espero que quienes colgaron de las horcas se despierten y castiguen como se merecen a aquellos que profanan su descanso.

Adiós

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